Ellas
son
las que nos sirven para desarrollar nuevos tejidos en la época
de crecimiento y para reparar y renovar los tejidos en la edad
adulta. Por eso son tan necesarias cada día.
Bebés:
entre 0.9 y 1 gramo por kilogramo de peso
Niños: 0.8 gramos por kilogramo
Niños mayores y adolescentes: 0.4 gramos por kilogramo
Adultos: 0.36 gramos por kilogramo
Mujeres embarazadas o que se encuentran amamantando: Deben duplicar lo necesario para los adultos
Por lo mucho que se habla de ellas, todo el mundo sabe que son muy importantes para el organismo. Pero lo que no es tan conocido es qué son realmente, para qué sirven y por qué son tan vitales. Pues bien, puede decirse que las proteínas son biomoléculas constituidas por unos aminoácidos que básicamente son carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. También pueden tener azufre y en algunos casos fósforo, hierro, magnesio y cobre, entre otros elementos.
Niños: 0.8 gramos por kilogramo
Niños mayores y adolescentes: 0.4 gramos por kilogramo
Adultos: 0.36 gramos por kilogramo
Mujeres embarazadas o que se encuentran amamantando: Deben duplicar lo necesario para los adultos
Por lo mucho que se habla de ellas, todo el mundo sabe que son muy importantes para el organismo. Pero lo que no es tan conocido es qué son realmente, para qué sirven y por qué son tan vitales. Pues bien, puede decirse que las proteínas son biomoléculas constituidas por unos aminoácidos que básicamente son carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. También pueden tener azufre y en algunos casos fósforo, hierro, magnesio y cobre, entre otros elementos.
La
cantidad de aminoácidos que se encuentran en una molécula
de proteína varía mucho, aunque la mayoría
de ellas están compuestas por 20, muchos de los cuales
están presentes más de una vez. Por ello, una sola
molécula puede tener más de quinientos aminoácidos.
Desde los músculos hasta las uñas o los huesos,
todas las células del organismo necesitan esta sustancia,
en todas las edades. Durante el crecimiento, para crear tejidos
nuevos; en la edad adulta, para reparar y renovar los tejidos.
Pero
eso no es todo. También son imprescindibles para crear
enzimas que ayudan a digerir los alimentos, además de para
producir anticuerpos y hormonas que combatan las infecciones y
mantengan el correcto funcionamiento del organismo. No todas las
moléculas tienen la misma función, sino que cada
una tiene una específica.
El
organismo humano puede producir la mayoría de los aminoácidos
que suelen estar presentes en las proteínas de las plantas
y de los animales, pero ocho de ellos sólo se pueden obtener
a través de los alimentos. Esos elementos son la isoleucina,
la fenilalanina, la valina, la treonina, la metionina, el triptofano
y la lisina. Durante la infancia, también se considera
la histidina como un aminoácido esencial, ya que el cuerpo
humano no produce el suficiente para cubrir las necesidades en
esa época.
Las proteínas que contienen todos los aminoácidos
esenciales son las denominadas de alta calidad o de alto valor
biológico. Se encuentran en los alimentos de origen animal,
como carnes, huevos, lácteos y pescado.
Por
el contrario, las que carecen de alguno de esos elementos son
incompletas, y al aminoácido que falta se le denomina limitante.
Según esta idea, la mayor parte de las proteínas
de origen vegetal son incompletas, a excepción de la de
la soja.
Sus
beneficios las convierten en imprescindibles en la dieta de cada
jornada. Las necesidades proteicas diarias para un adulto se sitúan
entre 0,8 gramos y 1 gramo por cada kilo de peso corporal. Este
equivale a que una persona de 60 kilos deberá consumir
entre 48 y 60 gramos, mientras que otra de 80 kilos, entre 64
y 80 gramos al día.
Aportan una buena cantidad de energía; tanto es así
que los nutriólogos recomiendan que se obtenga entre el
10 y el 15% de la energía a partir de las ellos. Otra de
las características es que se pueden descomponer para ser
utilizadas como energía. Esto sucede cuando el consumo
de grasas o de carbohidratos es insuficiente para satisfacer las
necesidades energéticas.
La
tripsina y la quimiotripsina son las enzimas del jugo pancreático
que permiten su digestión, liberando los aminoácidos
libres, que son absorbidos a través del intestino hacia
la sangre. A partir de ese momento, ya pueden realizar sus funciones.
El grupo amino, ese que contiene nitrógeno, desaparece
cuando las proteínas se metabolizan, y pasa a formar la
urea que se excreta por la orina.
Las proteínas de la leche no sólo son importantes
por la cantidad, sino también porque algunas de ellas son
exclusivas de este alimento. Es decir, no se pueden encontrar
en ningún otro, al menos no de forma significativa. Un
ejemplo de éstas son las caseínas, unas proteínas
que, además, son las causantes del color de la leche. Estas
moléculas se asocian entre sí y con iones de calcio,
formando estructuras que dispersan la luz.
Es
importante señalar que algunos de estos componentes de
la leche tienen funciones biológicas específicas.
Algunas de ellas actúan directamente en la glándula
mamaria, otras sobre quien la consume. Esta es una de las razones
por las que es tan importante alimentar a los recién nacidos
con leche materna, ya que ésta protege al pequeño
frente a los microorganismos causantes de infecciones. Además,
la leche produce una enzima llamada lipasa activada por las sales
biliares, que facilita la digestión de la grasa de la leche.
Las
proteínas de la leche son: la lactoferrina, la lactoperoxidasa,
la inmunoglobulina y la lisozima. La primera de ellas desempeña
un papel esencial en la protección de recién nacidos
frente a infecciones gastrointestinales. La segunda permite la
formación de sustancias con gran poder antimicrobiano.
La inmonoglobulina también es conocida con el nombre de
anticuerpos y se caracteriza porque facilita la destrucción
de las estructuras contra las que está dirigida. Por último,
la lisozima es capaz de destruir bacterias.
Los especialistas en nutrición recomiendan que un adulto
consuma entre 45 y 65 gramos de proteínas diarias, dependiendo
de su peso (a más kilos, más necesidad de proteínas).
Esta es una regla general, ya que hay que tener presente que los
requerimientos de este nutriente varían en determinadas
situaciones de la vida.
En
época de lactancia, las mujeres necesitan proteínas
adicionales, debido a la cantidad que produce la leche. También
hay que tener especial cuidado cuando se acaba de pasar una enfermedad
o una lesión grave. Del mismo modo, no se necesitan la
misma cantidad de proteínas en la edad adulta que en la
infancia. Un niño de entre 7 y 10 años necesita
alrededor de 28 o 30 gramos diarios
Ya
que constituyen el elemento estructural elemental de todas las
células del cuerpo, y sobre todo, de la masa muscular.
Asimismo, las proteínas protagonizan las reacciones químicas
que permiten la transformación de los alimentos en energía.
Y posibilitan la composición de compuestos destinados a
la reconstrucción y el mantenimiento de los tejidos.
También está formado por proteínas el sistema inmunitario del hombre, así como la estructura sobre la que se depositan el calcio y el fósforo para formar el esqueleto. Por otro lado, metabolizar, por parte del organismo, un gramo de proteína proporciona la misma energía que un gramo de carbohidratos (4 kilocalorías).
Ahora bien, la finalidad de las proteínas no es la de generar energía �esa es una misión propia de los hidratos de carbono y las grasas�, salvo en dos circunstancias: cuando se consumen más proteínas de lo estrictamente necesario, y cuando no se come lo suficiente para satisfacer las necesidades energéticas.
Por ello, cuando el ser humano come menos de lo que necesita se produce una reducción de proteínas en su organismo, que afecta sobre todo al tamaño de los órganos involucrados en la digestión y a la masa muscular.
En una persona adulta con actividad normal, el consumo de proteína debería representar entre el 10% y el 15% de las necesidades energéticas diarias. Sobrepasar esta cantidad es un derroche de recursos alimenticios, y eso es precisamente lo que ocurre en la mayor parte de los países desarrollados. Se excede la dosis necesaria, que se transforma en energía, y no se permite a las grasas que desempeñen su función.
También está formado por proteínas el sistema inmunitario del hombre, así como la estructura sobre la que se depositan el calcio y el fósforo para formar el esqueleto. Por otro lado, metabolizar, por parte del organismo, un gramo de proteína proporciona la misma energía que un gramo de carbohidratos (4 kilocalorías).
Ahora bien, la finalidad de las proteínas no es la de generar energía �esa es una misión propia de los hidratos de carbono y las grasas�, salvo en dos circunstancias: cuando se consumen más proteínas de lo estrictamente necesario, y cuando no se come lo suficiente para satisfacer las necesidades energéticas.
Por ello, cuando el ser humano come menos de lo que necesita se produce una reducción de proteínas en su organismo, que afecta sobre todo al tamaño de los órganos involucrados en la digestión y a la masa muscular.
En una persona adulta con actividad normal, el consumo de proteína debería representar entre el 10% y el 15% de las necesidades energéticas diarias. Sobrepasar esta cantidad es un derroche de recursos alimenticios, y eso es precisamente lo que ocurre en la mayor parte de los países desarrollados. Se excede la dosis necesaria, que se transforma en energía, y no se permite a las grasas que desempeñen su función.
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